jueves, 26 de abril de 2018

¿Te acuerdas de Vladimir Beara?



- Hoy alcanzamos los 300 futbolistas de Fútbol Balcánico y no hay nada mejor que celebrarlo escribiendo sobre el mejor portero de toda la historia de Yugoslavia. Para muchos siempre fue el Yashin balcánico, un auténtico "paralotodo" que defendió a su país durante tres Mundiales. Vladimir Beara, también conocido como "The Big Vlad", ha defendido en 59 ocasiones el marco de la extinta selección yugoslava.

Él le paró un penalti a Ferenc Puskás, asombró a todo un histórico Highbury con sus fabulosas paradas y nunca quiso separarse de su deporte favorito, por lo que acabaría entrenando a numerosos clubes, así como a la selección de su país.
También le apodaron "El bailarín de ballet de las manos de acero" debido a sus habilidosos y suaves movimientos bajo palos y a esas garras capaz de parar los disparos más secos. Beara era un portero noble, trabajador y sencillamente el mejor.

- De familia serbia, Vladimir nació el 26 de agosto 1928 en un pueblo croata conocido como Zelovo Sutinsko hasta el inicio de la guerra de los Balcanes en 1991. Creció en esa localidad cercana a Sinj y pronto se convirtió en todo un atleta de gran forma física. Muchos vieron en él esas condiciones que años después le llevarían a ser uno de los mejores arqueros de la historia, y es por ello que en 1947 haría sus primeras pruebas para el Hajduk Split.
Con el conjunto dálmata jugaría durante ocho años a un nivel altísimo. Con Beara bajo palos se logró conquistar tres títulos de la liga yugoslava en 1950, 1952 y 1955. Rápidamente consiguió debutar con el equipo nacional, mientras destacaba en las filas del Hajduk. A lo largo de aquellas ocho temporadas participó en un total de 308 partidos, abandonando la dinastía de Split en 1955 para ingresar en las filas de otro legendario club de la entonces Yugoslavia, el Estrella Roja.

En cinco temporadas trabajando para la escuadra belgradense demostraría ser un portero inigualable. Tenía un estilo llamativo a la par que efectivo. Sus mágicas intervenciones hicieron que el Red Star conquistase cuatro ligas y dos copas, y que hasta el mismísimo Lev Yashin le reconociera como el mejor portero de todos los tiempos.

El gran Beara jugó contra algunos de aquellos futbolistas del Manchester United que perecieron en el "Desastre aéreo de Munich" y que se midieron al meta balcánico antes de aquel horrible accidente tras un choque de la Copa de Europa entre el Estrella Roja y el conjunto inglés.

En 1960 se despediría de la liga yugoslava para aterrizar en Alemania. Allí jugó para el Alemannia Aachen durante tres temporadas y posteriormente para el Viktoria Köln, equipo con el que colgaría los guantes en 1964 tras una exitosa carrera en la que se ganó el respeto de compañeros y rivales.

El que de joven se ejercitaba con las bailarinas del Teatro Nacional de Split y que acabó convirtiéndose en el mejor portero de Yugoslavia, pasó de llamarse "el hombre de goma" a sentarse en el banquillo de numerosos clubes, empezando como asistente técnico en Alemania hasta dirigir plantillas como primer entrenador. También entrenó a la selección de Camerún. Vladimir fue el gran descubridor del mítico Roger Milla. Y es que Beara había nacido para el fútbol, así como el fútbol había nacido para él. Fue toda una leyenda del balompié balcánico que ganó todo lo que quiso como deportista.

Vladimir Beara defendió a Yugoslavia en los Juegos Olímpicos de 1952 y en tres Mundiales. 

- Por ejemplo ganó una medalla de plata en las Olimpiadas de Helsinki en 1952, llegando a pararle un partido a Puskás durante aquellos juegos. Entre las casi sesenta participaciones de Beara en el equipo de Yugoslavia, figuran tres Mundiales: el de Brasil (1950), Suiza (1954) y Suecia (1958).

Su cabeza tuvo que soportar la dura guerra de Yugoslavia, la que acabó convirtiendo a Croacia en su nueva nación. Lo que su cabeza no podría soportar es el derrame cerebral que acabó con su vida el 11 de agosto de 2014, probablemente por todos los golpes que había recibido jugando al fútbol. El gran Beara se fue tras demostrar que el baile y el fútbol pueden hacer de un portero una auténtica figura del balompié.

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